jueves, 28 de abril de 2016

Preguntas habituales en una entrevista de trabajo

El periódico Expansión ha publicado un reportaje donde recoge las preguntas habituales en toda entrevista de trabajo. Son una secuencia de 14 preguntas que realmente no son sencillas de contestar. 
Los expertos recomiendan mantener una actitud neutral y amable, huyendo de tensiones. Al mismo tiempo si nos preguntan sobre los errores cometidos en anteriores empleos se debe hablar de ellos con claridad y explicando que se ha aprendido en dichas situaciones.
Ahí van las preguntas...
  1. ¿Qué significa para ti el trabajo?
  2. Destaca un logro profesional.
  3. Cuéntame lo último que hayas aprendido.
  4. ¿Qué puedes aportar a la empresa que no aporte otro candidato?
  5. ¿Por qué quieres trabajar en esta empresa?
  6. ¿Por qué tienes que ser el candidato seleccionado?
  7. ¿Por qué te interesa trabajar aquí?
  8. ¿Qué situaciones suelen sacarte de tus casillas?
  9. ¿Con qué tipo de compañeros te negarías a trabajar? ¿Cuáles te harían sombra?
  10. ¿Por qué ha finalizado tu relación laboral en la anterior empresa?
  11. ¿Cuáles son tus pretensiones económicas?
  12. ¿Cuál fue tu último fracaso y cómo lo superaste?
  13. ¿Por qué has decidido cambiar de trabajo?
  14. ¿Cuál es tu jefe ideal?
En este video hay 5 cosas que jamás deben hacerse en una entrevista de trabajo. Por cierto, el gag que sale es de los Monty Python y se titula Silly Job Interview

sábado, 23 de abril de 2016

23 de Abril: ¿a quién le importa la vieja Castilla y León?

Fotografía de Piedad Isla
Hace unos meses el escritor leonés Julio Llamazares (más información sobre el autor aquí, aquí y aquí) presentó (aquí y aquí) en su provincia natal una reedición del libro de Avelino Hernández, Donde la vieja Castilla se acaba: Soria. Muy recomendable. A continuación copio y pego lo que publicó Julio Llamazares en El País (el subrayado en negrita es mío) sobre el libro y sobre Castilla.

(...)

Se trata de un libro que, tras su apariencia de guía para viajeros por Soria, esa provincia olvidada por los españoles, cuyo conocimiento general de ella se limita a la historia de Numancia (aquí y aquí), esconde una honda reflexión sobre el destino de una región, Castilla, que languidece entre la indiferencia general tras siglos de decadencia y de incuria y después de ver desaparecer incluso su nombre tras su desmembramiento y despojo autonómico, en el que vio cómo la dividían en dos, le añadían otro territorio histórico: el antiguo Reino de León, igualmente decadente y olvidado, y le arrancaban sus tres provincias más ricas, ésas que deberían tirar de ella hacia la prosperidad: Santander, Logroño y Madrid. La reflexión de Avelino Hernández, literariamente a la altura de sus maestros, Machado al frente de ellos, y conceptualmente desesperanzada como correspondía a alguien que ya veía en aquel momento, principios de los ochenta del siglo XX, años de la movida y de la posmodernidad españolas, el derrotero por el que se precipitaba una antaño región pudiente y dominadora, imperialista y rica gracias a sus conquistas en otras tierras, que no por sus riquezas naturales, que, tras siglos de progresivo declive económico y moral, veía cómo sus gentes la abandonaban en masa y sus antiguas glorias y construcciones (catedrales, castillos y palacios) se caían a pedazos sin que nadie atendiera a su ruina ni lamentara su irreversibilidad. Sólo Avelino Hernández y algunos otros alzaron la voz en aquel momento para denunciar lo que estaba sucediendo ya en su tierra sin que nadie les hiciera el menor caso: al revés: acusándolos de noventayochistas y conservadores, calificativos que aún usan hoy en la periferia muchas personas desconocedoras de la verdadera realidad de una región a la que siguen estigmatizando de imperialista y depredadora como si el tiempo no hubiera pasado por España y culpándola de sus problemas, ignorando que Castilla hoy ya no pinta nada en el concierto político nacional, convertidas sus ciudades, salvo excepciones, en monumentos para turistas y sus antiguas villas y poblaciones llenas de historia en geriátricos en los que solitarios ancianos sostienen con sus hombros la ruina de una tierra que, como anunció en su día Avelino Hernández, se acaba sin remisión. Porque, aunque les extrañe saberlo a los nacionalistas periféricos, la región que más sufre el centralismo de Madrid, y la que más carencias tiene, es Castilla, no las suyas.

Aunque hay muchos más, imprescindibles en este día de Castilla y León y del día del libro

Antonio Machado: Campos de Castilla
Azorín: Castilla
Carmen Martín Gaite: Usos amorosos del dieciocho en España (todos sus libros aquí)
Gustavo Martín Garzo: La Soñadora (artículos aquí)
Miguel de Unamuno: Abel Sánchez, una historia de pasión (la envidia es mil veces más terrible que el hambre; según Unamuno la envidia, el odio y la intolerancia eran (?¿ son) los vicios nacionales)
José Zorrilla: Don Juan Tenorio y La leyenda del Cid

domingo, 10 de abril de 2016

Es difícil “tener un Rey”, pero resulta todavía más difícil “tener una República en donde no hay republicanos”


Estatua Prim Ciutadella (Barcelona), original aquí
Estas palabras fueron pronunciadas por el catalán Juan Prim primer ministro de España (presidente del Consejo de Ministros) entre 1869 y 1870. El general Prim fue un firme defensor de los intereses económicos de la industria textil catalana y partidario de realizar un referéndum para la independencia de Cuba (aunque esto molestara a importantes grupos de presión catalanes, madrileños, castellanos e incluso andaluces). Tras la Revolución Gloriosa de 1868, Prim era partidario de una monarquía moderna y parlamentaria como las que existían en Inglaterra y Francia. En otras palabras, estaba absolutamente en contra del retorno de los Borbones tras los nefastos reinados de Fernando VII e Isabel II. ¿Qué quería decir con que en España resultaba bastante difícil “tener una República en donde no hay republicanos”? En España casi nadie que accede al poder emplea la empatía con sus adversarios ideológicos. Para un político español una república (o cualquier forma de gobierno) la entiende como “su” república, donde solo tienen razón los de su bando. O estás conmigo, o estás contra mí. Un ejemplo de esto lo constituye el siglo XIX.