lunes, 31 de octubre de 2022

El papel del libre comercio a lo largo de la historia: integración, globalización y crecimiento económico


Rembrandt. The Syndics (Rijksmuseum)
El debate sobre el libre comercio se remonta a la era mercantilista entre los siglos XVI y XVIII. El auge del comercio marítimo holandés e inglés desplazó la riqueza del sur al norte del continente europeo. Durante dicho periodo surgieron las naciones-estado y el concepto de riqueza nacional: cantidad de oro y/o plata y balanza comercial favorable. Los teóricos del mercantilismo defendían los aranceles frente a las importaciones para impedir el déficit comercial y proteger a los productores nacionales de la competencia exterior.

Thomas Mun (1571-1641) director de la Compañía Británica de las Indias Orientales apeló hacia 1628 al gobierno británico para que protegiera su actividad frente a la competencia holandesa (guerras angloholandesas y Actas de Navegación). Asimismo insistía que lo realmente importante era el equilibrio de la balanza comercial. De hecho, no pensaba que gastar oro en el extranjero fuera perjudicial. ¿Por qué? En principio, el oro podía utilizarse para comprar bienes que luego se reexportaban por una cantidad mayor. De este modo (potenciación del excedente comercial y acumulación de divisas extranjeras) se impulsaba el comercio, se proporcionaba trabajo a la industria del transporte y se incrementaba el tesoro de la corona inglesa.


En el siglo XVIII, Adam Smith (biografía en español aquí) en su conocida obra “La Riqueza de las Naciones” (versión inglesa aquí) insistió en que lo importante no era la riqueza de cada nación, sino la de todas las naciones. Smith criticó las ideas mercantilistas del proteccionismo que restringían la entrada de los bienes extranjeros, argumentando que el comercio internacional aumentaría el tamaño de los mercados y permitiría a los países ser más eficientes al especializarse en ciertos productos. En la década de 1780 el primer ministro William Pitt el joven adoptó las propuestas de Smith sobre la liberalización del comercio.

Original aquí
Posteriormente el economista David Ricardo (en inglés sus Principios de Economía) demostró que todos los países podían beneficiarse del librecomercio. A Ricardo le preocupaban las denominadas Leyes de los Cereales. Veamos el porqué. Durante las Guerras Napoleónicas fue imposible importar trigo europeo, por lo que su precio subió en Inglaterra y muchos terratenientes optaron por aumentar la superficie cultivable dedicada al trigo. Hacia 1812 cuando se vislumbraba la derrota de Napoleón, el precio del trigo se desplomó por lo que los terratenientes (que controlaban el Parlamento) promulgaron las Leyes de los Cereales. Dichas leyes limitaban la importación del trigo extranjero y establecían un precio mínimo. Cuando la guerra finalizó en 1815, se volvió a recurrir a estas leyes con objeto de elevar de nuevo el precio del grano. Las leyes protegían a los agricultores y a los grandes propietarios, pero al mismo tiempo elevaron el precio del pan más allá de lo que podían pagar los pobres. Además el contexto no ayudaba ya que gran parte de los soldados y marineros una vez terminada la guerra tenían serias dificultades para encontrar un empleo. Ricardo (gran terrateniente, por otra parte) se opuso a estas leyes ya que empobrecían la economía británica. Ricardo amplió las tesis smithianas sobre el comercio utilizando el concepto de ventaja comparativa (coste de oportunidad o coste relativo de producción). En otras palabras, cada país debía especializarse en la producción de aquel bien en el cual tuviera un coste de oportunidad menor. Recordemos que Smith sostenía que los países saldrían beneficiados si se especializaban en lo que hacían mejor e intercambiaban sus excedentes (ventaja absoluta).

La globalización despegó realmente en la década de 1820, cuando las diferencias de precios comenzaron a reducirse debido a la revolución de los transportes, con la llegada del barco de vapor y del ferrocarril, la invención de sistemas de refrigeración y la apertura del canal de Suez. La integración del mercado global supuso que las diferencias de precios entre países se fueron eliminando progresivamente a medida que todos los mercados se fusionaron en un mercado mundial cada vez más amplio. Los costes disminuían cada vez que se inventaban nuevas formas de transporte, o cuando las existentes se abarataban y se volvían más rápidas. Asimismo cuando las barreras estatales -aranceles y cuotas a la importación- se redujeron los costes del comercio internacional disminuyeron considerablemente. En vísperas de la I Guerra Mundial, la economía global estaba muy integrada incluso para los estándares de finales del siglo XX, con un flujo de bienes, capital y factor trabajo sin precedentes. Vamos a explicar con más detalle cómo funcionaba el comercio durante la Primera Globalización.

Heckscher y Ohlin mostraron que los países se especializan en función de la dotación de factores productivos (es decir, se especializan en la producción de aquellos bienes que utilizan de forma intensiva el factor productivo más abundante). Por ejemplo, los países abundantes en factor capital disponen de una ventaja comparativa en productos intensivos en capital, como la maquinaria. Por su parte, los países con factor trabajo abundante poseen una ventaja comparativa en productos intensivos en mano de obra, como los productos agrícolas. ¿Cuál fue el resultado? Los países exportaron los bienes que utilizaban su factor de producción más abundante. En otras palabras, los países ricos en capital, como Inglaterra, exportaron bienes manufacturados. Otros como Argentina, abundantes en tierra, exportaron trigo y carne. El análisis de Heckscher y Ohlin llevó igualmente a otra predicción. El comercio no solo reduciría las diferencias de precios entre países, sino también las diferencias salariales. ¿Por qué? La especialización de los países abundantes en factor trabajo en sectores intensivos en mano de obra llevaría a un aumento salarial, al tiempo que en los países abundantes en capital, se daría la tendencia contraria (explicación compleja, pero completa del modelo Heckscher-Ohlin aquí).

Desafortunadamente la I Guerra Mundial y la recesión en la década de 1930 frenaron la globalización. Los gobiernos impusieron aranceles para estimular la demanda de bienes de producción nacional. En 1930, EEUU aplicó el arancel Smoot-Hawley, que elevó los aranceles sobre bienes importados a niveles récord y redujo su demanda. Los demás países respondieron con sus propios aranceles: el colapso del comercio internacional agravó la depresión.

Bretton Woods (New England)
Tras la II Guerra Mundial, los compromisos de Bretton Woods pretendían evitar (sobre todo en las economías de mercado) el retroceso que se produjo en la década de 1930. Por tales razones se crearon el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Con la caída del muro de Berlín (1989) y la desintegración de la URSS (1991), se intensificaron los procesos de integración comercial (reducción de aranceles y barreras arancelarias) con la Unión Europea (UE), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSA), el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN) y la Organización Mundial del Comercio (OMC)
  
La pregunta que subyace es clara, ¿favorece el libre comercio a los países en desarrollo?

Cafetelera peruana. Original aquí
Dollar y Kraay aseguran que el comercio ha ayudado a crecer y a reducir la pobreza de los países en desarrollo. Estos autores señalan que los países que han reducido sus aranceles han crecido a mayor velocidad y han sufrido menos pobreza. Sin embargo, para ciertos economistas la apertura comercial de los países en desarrollo les expone a poderosas multinacionales que perjudican a las empresas de los países en desarrollo. Por si fuera poco, dichos países son incapaces de proteger sus incipientes industrias como lo hicieron Gran Bretaña, EEUU o Japón antes de convertirse en potencias económicas (Ha-Joon Chang). En la década de 1960 el economista alemán Frank argumentó (véase asimismo Prebisch y la teoría de la dependencia, video aquí) que las políticas de desarrollo occidental, junto con el libre comercio y las inversiones, perpetúan la división global, conservando el predominio del primer mundo y manteniendo a los países pobres en la pobreza. Para los teóricos de la dependencia (hoy en día, identificados generalmente con los movimientos antiglobalización y marxistas) la liberalización del comercio internacional lleva a situaciones en las que los países ricos se aprovechan de los pobres: se explotan los recursos locales, se paga mal a los trabajadores y los beneficios se reparten entre los accionistas extranjeros en lugar de reinvertirse en las industrias locales. Se produce un sistema comercial desequilibrado, en el cual la mayoría del comercio de los países pobres se produce con los países ricos y desarrollados, mientras que el comercio de los países ricos es mayoritariamente con otros países desarrollados y solo una pequeña proporción con los países en desarrollo. Como resultado, los países pobres se encuentran en una posición negociadora débil –comercian con países desarrollados y con fuertes grupos de presión- y se les niegan las condiciones comerciales favorables que necesitan para progresar. Recientemente, Stiglitz ha señalado que los países en desarrollo sufren con demasiada frecuencia carencias institucionales y fallos del mercado, por lo que una liberalización comercial demasiado rápida puede resultar incluso perjudicial. Rodrik señala que la globalización e integración actual está sujeta a un trilema político de difícil resolución. Según este autor, la integración de los mercados, la democracia y unos estados-nación soberanos e independientes resultan incompatibles y únicamente pueden darse dos de ellos al mismo tiempo.

Shanghai, China
Para evitar los peligros expuestos por los teóricos de la dependencia, algunos países pobres decidieron no abrirse al comercio mundial e incluso evitar la globalización y la inversión extranjera. Sin embargo, a partir de la década de 1960 las economías de un grupo de naciones de Asia Oriental crecieron de forma drástica obviando los temores de los teóricos de la dependencia. Dirigidos por gobiernos claramente intervencionistas, en pocas décadas estos países se convirtieron en potencias industriales muy dinámicas. A Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur, les siguieron Malasia, Tailandia, Indonesia y finalmente China. Dichos países lograron un crecimiento económico sostenido en sus ingresos per cápita más rápido que ninguna otra región. La forma mediante la cual los tigres asiáticos consiguieron su éxito estaba caracterizada por la intervención gubernamental y unos vínculos estrechos entre el estado y la economía (estado desarrollista). Los gobiernos conservaron la empresa privada, por lo que su modelo tenía muy poco que ver con la planificación estatal del bloque comunista. Los tigres asiáticos dirigieron la inversión hacia industrias estratégicas y promovieron la puesta al día tecnológica de los productores. Esto produjo un movimiento de trabajadores agrícolas hacia un sector industrial en expansión. Las enormes inversiones en educación dieron a los trabajadores la capacidad necesaria para las nuevas industrias, y las empresas industriales pronto empezaron a exportar sus productos, convirtiéndose en los actores principales de un crecimiento sostenido basado en el comercio. Los gobiernos asiáticos alentaron la estabilidad macroeconómica, clave para dar seguridad a los inversores. Intervinieron para corregir fallos de mercado por medio de la defensa y la educación. Al mismo tiempo construyeron infraestructuras como puertos y ferrocarriles, cuyas elevadas inversiones iniciales desanimaban a la empresa privada. Lograron impulsar la expansión de las industrias favorecidas con créditos baratos, aranceles y subsidios. Además el Estado podía imponerles sus criterios de rendimiento a dichas empresas porque podía retirarles el trato preferencial cuando estimara oportuno. 

¿Por qué esta estrategia no funcionó en África o en América Latina? Básicamente porque el estado no impuso criterios de rendimiento. En América Latina el trato preferencial se vinculó a cuestiones políticas: las empresas con buenos contactos (clientelismo) recibieron subsidios y protección arancelaria (comentario BBC aquí). En Corea del Sur y Taiwán, las empresas debían demostrar que habían conseguido pedidos de exportación; solo entonces obtenían el premio. A las empresas prósperas se las protegía de la competencia extranjera durante algún tiempo, y los criterios de rendimiento suponían que estas debían ser competitivas al cabo de cierto plazo (la industria surcoreana del acero era en 2011 el sexto productor mundial, más información aquí). Paralelamente, las empresas que fracasaban eran castigadas. 

La crisis financiera en Asia Oriental y en el Sudeste Asiático que comenzó en 1997 (aquí y aquí) provocó que se cuestionase este modelo. Sin embargo, el ascenso de China al margen de la economía clásica ha resucitado la idea del estado desarrollista. A finales de la década de 1970 China reformó (abandonó) su modelo comunista y mediante un gobierno autoritario promovió tanto el sector privado como las exportaciones. Se descolectivizó la agricultura y la industria de propiedad estatal obtuvo una mayor autonomía y se sometió a mayor competencia. Todas estas reformas desencadenaron una expansión sin precedentes de la actividad económica en el sector privado (multinacionales chinas), y ello sin introducir los derechos de propiedad propios del mundo occidental.

En definitiva, no existe un único camino hacia el desarrollo. Otra historia es conjugar el trilema político de Rodrik: integración comercial, democracia y política económica independiente.

Cronología Histórica
  • 1621-30: Discurso del comercio. La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior. Thomas Mun: el crecimiento requiere la reducción de las importaciones.
  • 1776: Se publica La riqueza de las naciones (Adam Smith): libre comercio y ventaja absoluta.
  • 1791: El secretario del tesoro de EEUU, Alexander Hamilton, fomenta la protección de las nuevas industrias.
  • 1817: David Ricardo afirma que el comercio exterior beneficia a todas las naciones: ventaja comparativa.
  • 1837-41: El economista alemán Friedrich List defiende el proteccionismo como medio para ayudar a asentar la industria nacional. Proteger a la industria ayuda a las economías a diversificarse. 
  • 1943: El polaco Paul Rosenstein-Rodan afirma que los países pobres necesitan un gran impulso estatal para desarrollarse. 
  • 1950: Raúl Prebisch y Hans Singer opinan que los países en desarrollo pierden con la globalización por las condiciones desiguales del comercio. Observaron que las condiciones de comercio (la cantidad de importaciones que puede comprar un país con una cantidad dad de exportaciones) son peores para los países cuya principal exportación es una materia prima que para los que exportan bienes manufacturados. Este hecho se explica porque, con el aumento de los ingresos, la demanda de materias primas y alimentos tiende a mantenerse, pero la demanda de productos manufacturados y de lujo tiende a crecer. Esto lleva a un aumento de precios, de modo que el país pobre se puede permitir menos bienes manufacturados de importación a cambio de lo que recibe por sus exportaciones. 
  • 1965: Mancur Olson demuestra que los gobiernos responden más a las demandas de un grupo concentrado que a las de un grupo disperso. Aquellos que exigen los aranceles (grandes productores nacionales y sus trabajadores) sufren un impacto evidente a causa de las importaciones baratas. Sin embargo, la cantidad potencialmente mayor de consumidores que deben pagar precios más latos a causa de los aranceles, y los trabajadores de industrias asociadas que podrían perder su empleo por los efectos colaterales, están dispersos por toda la economía. 
  • 1967: Los suecos Bertil Ohlin y Eli Heckscher desarrollaron la teoría comercial de Ricardo y estudiaron la evolución temporal de la ventaja comparativa 
  • 1970s: Friedman insiste en el libre comercio ayuda a los países en vías de desarrollo 
  • 1980s-90s (tigres asiáticos: Corea Del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán, Malasia, Tailandia, Indonesia y China: Los países de Asia Oriental buscaron la ventaja competitiva en nuevas industrias. Esto exigió una serie de inversiones que la empresa privada no podía aportar. El Estado realizó las inversiones y luego impuso criterios de rendimiento a las empresas, en pro de la eficiencia. Esto permitió al Estado promover el desarrollo industrial (créditos baratos y subsidios) en determinadas direcciones. En otras palabras, el Estado dirigió el mercado en lugar de limitarse a seguirlo. En Asia Oriental, el Estado gobierna el mercado. En la década de 1960 el Banco Mundial aconsejó al gobierno coreano no entrar en el sector del acero por carecer en él de ventaja comparativa alguna; otras naciones podían superarles fácilmente en precio. Sin embargo, en la década de 1980 Posco (sobre sus últimos compromisos en India aquí), una gran empresa coreana, se convirtió en uno de los productores de acero más eficientes del mundo. 
  • 2002: Joseph Stiglitz critica la globalización promovida por el Banco Mundial y el FMI 
  • 2005: David Dollar, economista del Banco Mundial, afirma que la globalización ha reducido la pobreza en los países pobres.

Para saber más:

De forma muy resumida, esta cronología está basada en el Libro de la Economía (editorial Akal, 2013)
Asimismo os recomiendo el libro de Jeffrey Williamson (uno de los mayores especialistas sobre la globalización económica) titulado Comercio y Pobreza. Cuándo y cómo comenzó el atraso del Tercer Mundo.

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