Recomiendo el último libro de Calestous Juma, titulado Innovation and its enemies. Why People Resist New Technologies (prensa aquí). Para Juma muchas sociedades se oponen a ciertas ideas porque sean nuevas, sino porque perciben y/o presienten que van a salir perdiendo en forma de menos trabajo, menos ingreso o porque un determinado modelo de vida se extingue. En la actualidad esto es lo que está sucediendo con la agricultura transgénica, la inteligencia artificial, la edición genómica y la impresión en 3D.
En el libro se recorren más de 500 años de historia analizando con detalle el porqué en determinados momentos hubo una fuerte oposición a las nuevas tecnologías y a ideas que podían transformar el mundo. Por ejemplo, el café se prohibió en La Meca, El Cairo y Constantinopla durante más de 200 años. Cuando el café se asentó en el Imperio Otomano y dio el salto a Europa, gran parte de los reyes europeos decretaron el cierre de los "clubes del café" que solían proliferar en las universidades. En las ciudades estado italianas, se prohibió por medio a que dañase las exportaciones del vino. Hubo que esperar a que el papa Clemente VIII defendiese el uso del café en torno al año 1600 (más detalles aquí). En pleno siglo XX, el lobby de la industria láctea estadounidense se opuso firmemente al uso de la margarina (algunos detalles aquí). En plena II Guerra Mundial (1942), el sindicato de músicos más importante de los EEUU prohibió a sus afiliados hacer discos y llamó a todos sus miembros a una huelga contra
la industria discográfica. ¿Por qué? Estimaban que la grabación de canciones en discos de vinilo
acabaría con la música en directo. Qué pensarían del auge de Spotify (aquí y aquí) en pleno siglo XXI. O cambiando radicalmente de tema habría que preguntarse por qué los tractores en la agricultura, los frigoríficos, las vacunas o la imprenta en el mundo musulmán fueron objeto de críticas sin razones aparentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario