En el año 2014 Jean Tirole ganó el Premio Nobel de Economía gracias a sus aportaciones en la economía bancaria, la economía del
comportamiento, la economía política, la economía laboral y fundamentalmente a la denominada economía industrial que analiza el poder del mercado y su regulación (podéis leer la excelente entrada de Gerard Llobet en nadaesgratis). Recientemente se ha publicado en español uno de los últimos ensayos de este gran economista francés, La Economía del bien común. Sencillamente imprescindible. Entresaco dos fragmentos disponibles online que enfatizan claramente los objetivos del autor.
(...) la victoria de la economía de mercado solo ha sido una
victoria a medias, pues no se ha ganado a la gente. La supremacía del
mercado, que solo cuenta con la confianza de una pequeña minoría de
nuestros conciudadanos, se acepta con un fatalismo unido, en algunos
casos, a la indignación. Una crítica poco precisa denuncia el triunfo de
la economía sobre los valores humanistas, un mundo sin piedad ni
compasión entregado al interés privado, la desintegración del vínculo
social y de los valores ligados a la dignidad humana, el repliegue de lo
político y del servicio público, o la falta de sostenibilidad de
nuestro medioambiente. Un eslogan popular que traspasa las fronteras nos
recuerda que «el mundo no es una mercancía». Todos estos dilemas
resuenan con particular intensidad en el contexto actual marcado por la
crisis financiera, el aumento del paro y las desigualdades, la
incapacidad de nuestros dirigentes de hacer frente al cambio climático,
la fragilidad de la construcción europea, la inestabilidad geopolítica y
la crisis de los migrantes que de ella resulta, así como por el auge de
los populismos en todo el mundo.
(...) La economía no está ni al servicio de la propiedad privada y los
intereses individuales, ni al de los que querrían utilizar al Estado
para imponer sus valores o hacer que sus intereses prevalezcan. Rechaza
tanto la supremacía del mercado como la supremacía del Estado. La
economía está al servicio del bien común; su objetivo es lograr un mundo
mejor. Para ello, su tarea es identificar las instituciones y las
políticas que van a favorecer el interés general. En su búsqueda del
bienestar para la comunidad, la economía engloba la dimensión individual
y la colectiva del sujeto. Analiza las situaciones en las que el
interés individual es compatible con esa búsqueda del bienestar
colectivo y aquellas en las que, por el contrario, constituye un
obstáculo.
Creo que las intenciones de Tirole son diáfanas: un manifiesto rotundo a favor de la economía que debe convertirse en una fuerza positiva a favor del bien común. Os dejo una entrevista con el autor aquí y aquí y, asimismo, dos ideas para debatir: (i) "Hay que proteger al trabajador, no al empleo" y (ii) "La dualidad entre contratos temporales e indefinidos es absurda (hay que implantar un contrato único)".
No hay comentarios:
Publicar un comentario