Entre 1500 y 1650 España estuvo enfrentada en el continente europeo con Inglaterra, Francia, Holanda y el Imperio Otomano. En Asia, América y África, los barcos españoles se veían acosados por buques ingleses y holandeses; mientras que en el Mediterráneo por naves piratas y el Imperio Otomano. Durante la Guerra de los Treinta Años, España apoyó a los católicos contra los protestantes en Alemania, a la Liga Católica contra los
hugonotes en Francia y a los austriacos contra los turcos. El tremendo déficit que se originó se financió recurriendo a los fondos que llegaban de América -para hacer frente, a su vez, a los préstamos internacionales de Flandes y Génova- y mediante un aumento en la presión fiscal. En principio, la mayor parte de la presión fiscal recayó sobre la Corona de Castilla dada la autonomía política y financiera de la
Corona de Aragón, de
Navarra y las provincias vascas. Dado que la nobleza y el clero estaban exentos, se recurrió a la venta de títulos nobiliarios, cargos y toda clase de beneficios a quien pudiera pagarlos. Cuando esto no fue suficiente (España quebró en seis ocasiones: 1557, 1575, 1596, 1607, 1627 y 1647) se buscó una mayor participación fiscal de los distintos territorios de la Monarquía Hispánica.
La primera mitad del siglo XVII para la Monarquía Hispánica fue terrible. Las sucesivas guerras con los Países Bajos (1621-1648), con Francia (1627-29), con Inglaterra (1624-30), conflictos todos ellos enmarcados dentro de la
Guerra de los Treinta Años (1618-1648) obligó a buscar ingresos adicionales. En esta tesitura, el
Conde Duque de Olivares (1623-43) envió en 1640 un ejército hacia Cataluña como medida de presión para recaudar más impuestos.
Obviamente no fue una decisión acertada.
¿Qué
ocurría en España y en particular dentro de Cataluña? Es muy importante tener
en mente la geopolítica internacional: Holanda, Inglaterra y Francia tienen como objetivo
común debilitar el peso de la Monarquía Hispánica. Por eso en 1640 se produjo la rebelión
portuguesa (Guerra de Restauración portuguesa, 1640-68), apoyada por Francia e
Inglaterra, en busca de su independencia (reconocida por las potencias europeas
en Westfalia y por España en 1668, según el Tratado de Lisboa, después de casi
treinta años de conflicto). Asimismo se produjeron movimientos secesionistas en
Andalucía (1641) y revueltas en Nápoles y Sicilia. Paralelamente en
Cataluña, las diferencias entre las grandes familias ligadas a Castilla, las
oligarquías barcelonesas y la nobleza territorial local se acentuaron. De
hecho, la revuelta catalana esconde dos conflictos o revoluciones. En primer
lugar, una revolución
espontánea de las clases más desfavorecidas contra los ricos, las corruptas oligarquías
catalanas, quienes ostentaban el poder dentro del Principado. La segunda se
refiere al conflicto político y de intereses entre el Principado de Cataluña y
la Monarquía Hispana. Según señala Elliott (La Rebelión de los Catalanes, edición 2013), los líderes de la primera revolución
no tenían nombre mientras que los líderes de la segunda fueron los Diputats.Este
periodo comprendido entre 1640 y 1652 ha pasado a la historia como la Guerra (Revolta) dels Segadors entre la Corona Castellana y el Principado Catalán. En estos 12 años existió una república independiente catalana apoyada por la aristocracia catalana y la Francia Absolutista (véanse las figuras del
cardenal Richelieu y su sucesor el
cardenal Mazarino). Richelieu y Mazarino utilizaron a Cataluña como un peón en su lucha contra la Monarquía Hispánica, al tiempo que la reclamaron más impuestos.
Finalmente en 1652 Cataluña volvió a la Corona Española y aparentemente
Felipe IV reconoció casi todos sus privilegios. Sin embargo, el principado catalán perdió gran parte de su autonomía real y su autogobierno. El control de sus instituciones políticas claves –el
Consell de Cent de Barcelona y la Diputació de Catalunya- empezaron a quedar paulatinamente en poder de los Consejos de Madrid y en última instancia de un Rey muy influenciado por su entorno castellano.
En
1668 Juan José de Austria (hijo natural de Felipe IV) llegó a Cataluña como líder de la oposición al gobierno
del primer ministro de turno. En el Principado contaba con un significativo
apoyo por su gestión gubernativa de 1652 a 1656, y con la adhesión de gran
parte de la oligarquía de Barcelona que él mismo había colocado en el gobierno
de la ciudad durante su virreinato.
Historiadores como Kamen (Spain, 1469-1714: a society of conflict)
matizan que la popularidad de Juan José de Austria no se circunscribía a los
territorios de la Corona de Aragón sino que era la gran esperanza
regeneracionista para amplios sectores de la sociedad española. Elliot, Imperial Spain, subraya la importancia de que este golpe militar parta desde la
periferia. Otros como Lynch, Los Austrias, reduce la
importancia y relevancia del apoyo de la periferia; Palacio Atard, Derrota, agotamiento y decadencia en la España del siglo XVII, lo ven
peyorativamente como el “Salvador de la Patria”; y, García Cárcel, Historia de Cataluña, apunta que el gobierno de Juan José de Austria defraudó las
expectativas catalanas que se centraban en la recuperación del Rosellón y la
vuelta al autogobierno previo a 1640. En cualquier caso, en febrero de 1669
marcha hacia Madrid en lo que podría ser considerado el primer pronunciamiento
de la historia moderna de España. Este hecho apunta a que, por primera vez en
casi dos siglos, la periferia tomaba la iniciativa en el devenir político de la
monarquía española. La crisis política se resolvió con el nombramiento de Juan José de Austria como Vicario General y Virrey de Su Majestad en los reinos de la Corona de Aragón, al tiempo que fijaba su residencia en Zaragoza. Finalmente, el supuesto “Restaurador de España” se haría con el poder en 1677 mediante un segundo golpe de estado que partió esta vez de Zaragoza. Su gobierno como primer ministro duró tan sólo dos años debido a su prematuro fallecimiento.
Otra vuelta de tuerca…
En 1690 se produjo una alianza entre España,
Inglaterra y los Países Bajos contra Francia, dando lugar a un nuevo enfrentamiento bélico hispano-francés que duraría hasta 1697 (
aquí).
Los ejércitos franceses ocuparon y saquearon varias ciudades catalanas
e incluso se apoderaron de Barcelona en 1697. Este hecho dejó a
los catalanes con muy pocas ganas de volver
a aliarse con la monarquía francesa. Con este caldo de cultivo se llega a la
Guerra de Sucesión, donde los candidatos al trono -Felipe V y el archiduque Carlos- son peones de la política exterior francesa e inglesa, respectivamente En otras palabras, España se convirtió en campo de batalla entre Inglaterra y Francia.
En el interior de España, la
Corona de Aragón asumió, con más o menos matices, de forma mayoritaria la representación del
archiduque Carlos (austracistas) frente a una Castilla borbónica que siguió a
Felipe V. No obstante, no conviene generalizar. Por ejemplo, después del sitio y toma de Barcelona por los austracistas, en 1705, huyeron de la ciudad más de 6,000 partidarios de la causa borbónica. Muy importante. En 1705 el austracismo tenía un componente claramente “español” dado que se pensaba en Cataluña como un actor principal en la gestión política y económica de la monarquía hispana (siguiendo con la tradición de los
Reyes Católicos y los
Habsburgo de equilibrio entre los distintos territorios de la España interior).
No obstante, se produjo un hecho que cambió el curso de la guerra en
España. Una vez que el archiduque Carlos consiguió la corona austriaca, Inglaterra
perdió todo interés por la corona española. La intención británica consistía en
que ni Francia ni Austria fueran lo suficientemente fuertes militarmente, de
ahí que abandonase al reino de Aragón y sobre todo al principado de Cataluña a
su suerte.
En 1713 comenzó el sitio a Barcelona y aparecieron las críticas a Castilla ya que hasta entonces había predominado un fuerte sentimiento anti-francés. Un año después surge un sentimiento “republicano catalán” que abogaba por una Cataluña independiente. El pilar de este republicanismo sería la a burguesía comercial catalana aliada con Inglaterra y Holanda. Así por ejemplo,
Feliu de la Penya apostaba por la potenciación de la industria y el comercio catalán: exportación de productos catalanes (vino y aguardiente, principalmente) e importación de productos ingleses y holandeses (tejidos y pescado salado, entre otros). Finalmente el 11 de septiembre de 1714 se produjo la toma de Barcelona por las tropas borbónicas (desde entonces el once de Septiembre se ha convertido en la
fiesta nacional de Cataluña y en
símbolo del movimiento independentista).
¿Cuáles fueron las consecuencias de la Guerra de Sucesión (1702-14)? Francia ganó influencia en España gracias al asentamiento de la dinastía borbónica, pero Inglaterra ganó la guerra cuya consecuencia más conocida fue la aplicación del
Tratado de Utrecht (1713).
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Carrasclet, original aquí |
En clave interna, el final de la Guerra de Sucesión Española supuso el detonante para abolir los fueros y prerrogativas de la
Corona de Aragón. Únicamente se respetaron los fueros vascos y Navarra, ya que ambos apoyaron a los Borbones. La llegada de la dinastía francesa conllevó un intento de centralización administrativa y homogeneización fiscal con el fin de corregir las cuentas públicas. La represión contra el Principado de Cataluña fue muy fuerte y en menor medida contra el resto de la
Corona de Aragón (Aragón, Valencia e incluso algunos lugares de la provincia de Albacete). Dicha represión propició la aparición de ciertos movimientos guerrilleros (apoyados nuevamente por los franceses). Por ejemplo, hacia 1720 Pere Joan Barceló, conocido por
Carrasclet, se movía por el Camp de Tarragona con cerca de 1,000 hombres. Sus objetivos consistían en atacar las vías de comunicación del principado, interceptar los correos oficiales e incluso atacar a las tropas borbónicas.
Rovira i Virgili escribió que el siglo XVIII consumó la decadencia catalana y la desnacionalización de los catalanes. Los Decretos de Nueva Planta (1716) -para muchos el “fin de la nación catalana”- implicaron la supresión de todas las instituciones catalanas, la encarcelación o condena a muerte de los principales líderes, el cierre de la Casa de la Moneda, la supresión de la Universidad de Barcelona y la obligatoriedad del castellano en lugar del catalán.
Sin embargo,
aunque existieron reivindicaciones y quejas en situaciones concretas nunca
llegaron a cristalizar a gran escala. Hacia 1735 el clima político había
experimentado una sensible transformación debido a que miembros de la antigua
oligarquía local habían iniciado la colaboración con el régimen borbónico. Además de forma sorprendente la
llegada de los Borbones puso fin a la decadencia catalana. ¿Por qué? Porque
entre 1750 y 1790 la unificación de leyes y mercados mediante la eliminación de
aduanas interiores, la libre circulación de productos y la apertura del
comercio con América impulsaron la economía catalana.
2 comentarios:
Hay que señalar que en el tiempo que duró el principado de cataluña la independencia real fue de 1 semana, ya que para evitar la represalia por parte de las tropas de Felipe IV la Generalitat se apresuó a nombrar a Luis XIV como Conde de Barcelona, sometiendo así el "Principado de Cataluña" a la soberania francesa lo que terminó posteriormente con la paz d elos pirineos firmada entre España y Francia y por la cual Cataluña perdió los territorios al norte d elos pirineos como el condado del Roseelón y volvió a soberanía del rey de España.
Anónimo gracias por la información. Podrías señalar por favor la referencia bibliográfica. Muchas gracias.
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